Por David Hidalgo

El género negro y policial es todavía una de las fórmulas más afamadas dentro de la literatura. Quizá sea su afinidad al tratamiento del héroe o es posible que su estructura narrativa —misterio – indagación – resolución—, o quizá su carácter oscuro, en contacto directo con el crimen, lo que produce en el lector/espectador la agradable sensación de estar enganchado a la trama de este género. Lo cierto es que desde su aparición y afianzamiento entre el público ha gozado de un reconocimiento literario más que merecido, lo que a su vez ha provocado maravillosas tramas cinematográficas —Blade Runner (1982)— y televisivas —River (2015) o Unité 42 (2017) entre muchas otras—.

En cualquier caso este género ha sabido imponerse por sus propios medios, incluso modificando su fórmula o evolucionando hacia otros. Cabe destacar su capacidad de modificación dependiendo del contexto histórico, como puede ser entendido el nacimiento de la novela de espías. De la misma forma sorprende, por ejemplo, su bagaje cultural en Italia, donde este género literario se aposentó en los años treinta del siglo XX. El Giallo, que así es como se conoce la novela negra mezclada con el misterio, nace directamente en la literatura pulp, en unos libros de bolsillo publicados por la editorial Mondadori que llevaban la portada amarilla, de ahí su nombre en italiano. Este subgénero literario, que propició además la aparición en cine de todo un fenómeno de masas bajo la misma denominación —el cine Giallo supuso a partir de los años 60 la proliferación de obras que mostraban una temática policíaca, mezclada con el slasher o asesino serial y el horror.

Directores de la talla de Mario Bava, Umberto Lenzi o Dario Argento contribuyeron al reconocimiento mundial del género Giallo—, que derivó posteriormente en el puramente negro italiano, influenciado por grandes autores americanos como Raymond Chandler, padre de la novela negra y creador de uno de los grandes personajes representativos de la misma, el detective Phillip Marlow. De esta forma aparecieron escritores como el recientemente fallecido Andrea Camilleri, creador del carismático comisario Montalbano. A su vez, el género avanzó de forma que en los últimos años se habla de nueva novela negra italiana, o spaghetti crime, donde la corrupción política, la mafia o la violencia como problemas actuales reales se denuncian por medio de la ficción.

Pero si echamos un vistazo a los orígenes, posiblemente todo lector centrará su mirada en Sherlock Holmes y su inseparable doctor Watson. La saga de novelas y relatos publicados por Sir Arthur Conan Doyle sobre el insufrible inquilino del 221B de Baker Street, es una de las más conocidas por lectores de todo el mundo que han caído rendidos a los pies del asesor policial de Scotland Yard más célebre de todos los tiempos. La figura del detective como héroe, el veterano de guerra doctor Watson como ayudante o el malvado profesor Moriarty como antagonista, hacen de la narración de Sherlock Holmes todo un hito literario que ha traspasado fronteras. De hecho, la cantidad de adaptaciones cinematográficas y televisivas es tal, que existen versiones del detective para todos los gustos —eso sí, sin duda unas de mayor calidad que otras—.

De la misma forma que hablaba del género negro y policial por su capacidad de regenerarse, de evolucionar, alabo la capacidad del personaje de Sherlock Holmes para la adaptación a nuevos tiempos. Sin duda la actualización de textos es necesaria en el mundo cultural actual, donde si un texto envejece “mal” —entiéndase esta calificación como la posibilidad de no sobrevivir al paso del tiempo de sus lectores—, casi con toda seguridad queda relegado al olvido —suele ocurrir con multitud de textos cada vez más a menudo, por poner un ejemplo, el lenguaje de El castillo de Otranto (1764), pese a ser una novela fundamental e interesante, hace que la obra no posea apenas relevancia en la actualidad—. Pero el caso del detective londinense ha sabido rejuvenecerse así mismo, consiguiendo una de las mejores adaptaciones —en el sentido de actualización, no de adaptación del texto original— con la serie producida por la BBC Sherlock (2010), una revisión del personaje y su contexto que merece la pena disfrutar.

Del mismo modo ocurre con otro de los grandes investigadores ficticios europeos, el belga Hércules Poirot. El refinado detective, hábil en el método de la deducción e incansable viajero creado por Agatha Christie, se ve empujado a los nuevos tiempos con continuas adaptaciones fílmicas entre las que destacan la exitosa serie Agatha Christie: Poirot (1989-2013) donde David Suchet inmortalizó con su estampa al eterno detective, o la reciente colaboración entre la BBC y Amazon Prime Video El misterio de la guía de ferrocarriles (2018), con John Malkovich en el papel de Poirot. Del mismo modo destaca en cine la visión que del personaje hace Kenneth Branagh, en un interesante thriller versionando la obra de Christie en Asesinato en el Orient Express (2017).